Monday, May 15, 2006

EL CUERPO Y SU CULTO

Liliana Esmenjaud
Siempre un todo No sé si alguna vez hayas tenido la oportunidad de
observar la maquinaria de un reloj suizo caminar. Es fascinante ver cómo está formada de múltiples piezas diferentes en las que cada una tiene una función importante. En el momento en que alguna se estropea, aunque sea la más pequeña, el reloj pierde su precisión y exactitud.

De la misma manera la personalidad del ser humano está compuesta por diferentes esferas, en las que todas se relacionan entre sí, enriqueciéndose o debilitándose mutuamente. Una joven con fiebre, por ejemplo, probablemente reprobará su examen de literatura, no tanto porque no sepa, sino porque se encuentra enferma. Un enojo puede hacer que la comida te siente mal. Varias noches sin dormir pueden ser la causa de tus dificultades en el trato con los demás. Así es la persona humana, todas sus dimensiones están tan entrelazadas entre sí, que si se olvida de una, todas las demás, tarde o temprano se lo recordarán. Aquí radica la importancia de una formación integral que nos lleve a gozar de una vida equilibrada y armoniosa.

El cuerpo se expresa Una de estas dimensiones es la corporal. El
cuidado del propio cuerpo es muy importante para nuestro desarrollo en todas las demás áreas: psicológica, intelectual, afectiva y social.

A nadie se le escapa la importancia del cuidado de la propia salud. Conforme avanza el siglo, parece ser que esta conciencia va creciendo tanto a nivel internacional como nacional y hasta personal. Nunca como ahora se había visto el fenómeno de que las niñas de ocho años prefirieran la fruta a los chocolates, por ser "más naturales y sanos", por ejemplo. Igualmente importante es el cuidado de la presentación personal que refleja tanto de lo que somos, interviene en nuestras relaciones con los demás e influye en gran medida en el concepto de nosotras mismas. ¡Cuántas veces sabemos si alguien está deprimida o pasándola bien por su aspecto externo! Conozco a una persona que precisamente se arregla más los días en que está triste o desganada, pues dice que de no hacerlo se quedaría todo el día en la cama sin hacer nada.

Sin embargo, hoy en día se corre el riesgo de darle una desmedida importancia a estos dos aspectos, haciendo que cada vez más mujeres se centren casi exclusivamente en el cuidado de su cuerpo. Esto llega a tal grado, que todas sus actividades del día giran en torno no tanto a la familia sino a los horarios del gimnasio y de la nutrióloga. El presupuesto personal se gasta en cremas, masajes, manicure, pedicure, bronceado, revistas sobre temas de salud... Las conversaciones se limitan a pasarse recetas y tips para conservar un buen cutis, o para bajar de peso, etc., etc., etc.

Siempre será un medio Por muy importante que sea el estar en
forma, este no puede ser el fin de la vida de una persona, pues por mucho que se esmere no depende siempre de ella y se pierde con mucha facilidad. Pienso por ejemplo en el caso del ex "Superman", Christopher Reeve, quien en plena juventud y salud, sufrió un accidente que lo dejó parapléjico para el resto de sus días. Este puede ser un caso muy extremo, pero aunque no se sufran accidentes tan dramáticos, todos vamos experimentando el lento pero continuo envejecimiento que por mucho que lo intentemos posponer, va avanzando en nuestras vidas. Y ¿qué pasa cuando se nos acaba la salud? ¿O cuando por algún motivo perdemos la belleza que pensábamos tener? Si hemos puesto en ellas toda nuestra seguridad, y hemos construido nuestras relaciones sobre esta base tan endeble, muy fácilmente nos desesperaremos y hasta perderemos el sentido de nuestra vida.
Existe el verdadero atractivo Es muy importante que tengamos esto
en cuenta, pues no pocas mujeres caen en el error de valorarse por cómo se ven. Piensan que valen si les gustan a los demás, y ellas son las primeras que sufren pues dedican su vida a un objetivo que no las conducirá a la felicidad. La belleza es algo muy subjetivo e integral al mismo tiempo. Yo creo que todos hemos tenido la experiencia de apreciar y hasta ver como muy bella a una persona que objetivamente no lo es, por sus cualidades en el trato, su manera de ser, etc. Viene a mi mente una escena de la película "el hombre sin rostro" de Mel Gibson, en la que representa a un hombre con la cara desfigurada por la quemadura que sufrió en un accidente, después del cual se escondió y alejó de todo contacto con la sociedad. Por diferentes avatares de la vida empieza una relación con un niño de unos 12 años en la que hace las veces de tutor en cuestiones académicas. El niño, que en un principio le mostraba miedo por su aspecto, llega a admirarlo y a encariñarse con él. En un momento dado, el alumno se voltea y le dice que ya no ve sus cicatrices, que para él ya no las tiene. El cariño y la admiración que le profesaba eran mayores que las huellas de aquel fatal accidente. Y esto también pasa en la vida real. No podemos olvidar, por ejemplo, a la querida figura del finado Juan Pablo II. En sus últimos años de vida, su aspecto físico no era precisamente lo que llamamos atractivo debido a las condiciones de su precaria salud. Sin embargo, estadísticamente se puede comprobar que su "popularidad" si así la queremos llamar, creció junto con los años y los achaques. Las multitudes que se reunieron durante su última semana de vida y su funeral hablan por sí mismas. O ¿qué decir de la Madre Teresa de Calcuta? Seguramente no pasará a la historia por su belleza, pero sí por su caridad y solicitud hacia los más necesitados que hacen que todos tengamos un recuerdo hermoso de ella.
La situación hoy Por el contrario, nuestra generación es
también testigo de ciertos fenómenos que ponen en riesgo la salud y la misma vida de quienes caen en ellos. Empiezan por cuestiones físicas meramente pero terminan afectando no sólo su cuerpo sino todas las demás esferas de la vida. Entre los más dañinos se encuentran las adicciones tanto a las drogas como al alcohol, que además de destruir la salud, terminan por esclavizar a los adictos. Y ¡qué decir de la anorexia y la bulimia que destruyen a las mujeres física, afectiva, mental y psicológicamente! La promiscuidad sexual cada vez más difundida...el cutting en tantas jóvenes... por mencionar sólo los más conocidos. Es de llamar la atención que las víctimas de estas formas de comportamiento son cada vez más jóvenes. No son pocos los niños de hasta 12 o 13 años que caen en todos estos vicios. Lo que nos debería llevar a analizar el tipo de formación que están recibiendo y la manera como el ambiente en general está promoviendo todas estas formas de conductas autodestructivas.
El equilibrio de la virtud y el verdadero triunfo Todo lo
anterior denota una cultura que ha perdido el respeto por el propio cuerpo y por la misma vida humana. Lo que lleva en muchas ocasiones a no respetar a los demás, dándose muchas y muy variadas formas de violencia física no dignas de una persona humana. ¿Cómo voy a respetar al otro cuando no soy capaz de respetarme a mí mismo?

El gran reto al que nos enfrentamos radica en lograr el justo equilibrio en el cuidado de nuestro cuerpo. Ya decían los griegos que la virtud se encuentra en el equilibrio. Ni darle demasiada importancia al grado de vivir obsesionados por él, ni ser negligentes hasta el punto de que nuestra salud o rendimiento se vean afectados. Una sana alimentación, un poco de ejercicio diario, descanso suficiente y mucha higiene personal son los ingredientes necesarios para que esta pieza importante de nuestra personalidad camine de forma adecuada y sirva de base para el desenvolvimiento armonioso de las demás esferas que conforman el entramado de nuestra propia vida.